Inestable,
como un escarabajo,
balanceándose con
la espalda hacia abajo.
Lamentable. Sin que
me puedas ayudar a sacarlo.
Al menos comprendo que te es
imposible pensarlo. Descabellado.
Inseguro, agarrado a una
pared hecha de arena.
Sin embargo feliz, ahora,
pues sé, mereces la pena.
Resbalando. Seguro.
Cayendo, esperando que me recojas.
Mas no, otra vez imposible
pensarlo, otra de mis paranoias.
Es inútil esperar tu amor,
es un tren sin vía,
¡un tren sin rumbo!
El azar existe para mi dolor.
Pero ¿qué hacer?
Salgo a buscarlo, a buscarte,
doy palos de ciego.
Una estación en ninguna parte.
Mi estación.
Por la que quizá
nunca pase tu tren.
Allí guardaré mi corazón.
Lo guardaré,
para ir a buscarte,
o simplemente para vivir
como un cuerpo inerte.
Un resguardo.
Por si el tren
algún día aparece.
Un resguardo de mi alma.
martes, 24 de noviembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario